Francia quiere eliminar las Zonas de Bajas Emisiones

En un giro inesperado que ha sacudido el panorama medioambiental europeo, Francia ha dado el primer paso para eliminar sus Zonas de Bajas Emisiones, unas áreas urbanas diseñadas para restringir la circulación de vehículos contaminantes y mejorar la calidad del aire. El 27 de marzo de 2025 una comisión especial de la Asamblea Nacional aprobó, con 26 votos a favor, 11 en contra y 9 abstenciones, una enmienda que busca suprimir estas zonas en todo el país. Aunque la decisión aún debe ser ratificada por el pleno de la Asamblea y el Senado, el mensaje es claro: las Zonas de Bajas Emisiones están en el punto de mira por sus implicaciones sociales.

Razones para suprimir las Zonas de Bajas Emisiones

El principal argumento para esta medida es que las Zonas de Bajas Emisiones castigan de manera desproporcionada a los hogares con menos recursos. Estas zonas, que prohíben la circulación de vehículos antiguos o con altas emisiones, afectan especialmente a quienes no pueden permitirse renovar sus coches por modelos más ecológicos, como vehículos híbridos o eléctricos. Partidos como la Agrupación Nacional y Los Republicanos, junto con algunos diputados del bloque macronista, han defendido que las Zonas de Bajas Emisiones son «clasistas» y generan una brecha económica en la transición ecológica.

A pesar de los esfuerzos del Gobierno de Emmanuel Macron por destacar los beneficios ambientales, como la reducción de un tercio de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) en ciudades como París y Lyon, la presión social y política ha prevalecido. La votación refleja un creciente malestar ciudadano ante medidas que, aunque buscan combatir la contaminación, se perciben como injustas para las clases trabajadoras.

¿Un efecto dominó en Europa?

La decisión francesa no pasa desapercibida en un continente donde las políticas verdes son un pilar fundamental. Si se consolida, podría animar a países vecinos a replantear sus propias estrategias, especialmente en aquellos donde las Zonas de Bajas Emisiones también generan controversia.

  • Alemania: en el país germano, las Umweltzonen (zonas ambientales) han sido un modelo desde hace años, con más de 60 áreas restringidas en ciudades como Berlín o Stuttgart. Sin embargo, recientemente se han visto señales de retroceso. Algunas ciudades han relajado sus restricciones tras protestas de conductores y pequeños negocios afectados, lo que sugiere que el ejemplo francés podría avivar un debate similar. Alemania, pionera en estas políticas, podría optar por ajustes que equilibren ecología y equidad social.
  • España: las Zonas de Bajas Emisiones son obligatorias desde 2021 en municipios de más de 50.000 habitantes, según la Ley de Cambio Climático. Ciudades como Madrid y Barcelona ya las han implementado, pero no sin polémica. El intento del Gobierno de José Luis Martínez-Almeida de derogar la Zonas de Bajas Emisiones de Madrid Central chocó con la oposición de Bruselas, lo que evidencia la presión europea por mantener estas medidas. Sin embargo, la votación francesa podría dar alas a partidos políticos y ciudadanos que critican las Zonas de Bajas Emisiones como una carga para las rentas bajas, especialmente en zonas con transporte público insuficiente.
  • Italia: las Zonas de Tráfico Limitado están presentes en ciudades como Milán y Roma, pero su aplicación varía mucho entre regiones. Italia no ha mostrado un rechazo tan frontal como Francia, aunque las críticas sobre su impacto en los trabajadores y las pequeñas empresas son recurrentes. Si Francia logra eliminar sus Zonas de Bajas Emisiones Italia podría verse tentada a flexibilizar sus normativas, especialmente en el norte industrial, donde la dependencia del coche es alta.

El dilema entre ecología y justicia social

El caso francés pone sobre la mesa una pregunta clave: ¿cómo avanzar hacia la descarbonización sin dejar atrás a los más vulnerables? Mientras la Unión Europea presiona por cumplir objetivos climáticos, decisiones como la que anticipa esta votación podrían chocar con la legislación comunitaria, abriendo un conflicto legal. En Francia, incluso si la eliminación de las Zonas de Bajas Emisiones se aprueba, el Gobierno de Macron ya ha advertido que buscaría reintroducirlas de forma más progresiva.

En los países vecinos el impacto dependerá de la capacidad de sus gobiernos para responder a las demandas sociales sin renunciar a la sostenibilidad. Alemania podría optar por más excepciones, España por incentivos económicos para renovar vehículos, e Italia por una aplicación más laxa. Lo que está claro es que Francia ha encendido una mecha que podría cambiar el rumbo de las políticas verdes en Europa, obligando a replantear cómo se concilian el cuidado del planeta y la justicia social.

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